La atrofia vaginal o urogenital. Es la consecuencia del cese de Producción de Hormonas en la mujer. Ocurre años después de la menopausia y condiciona entre otras cosas, infección de vías urinarias, dolor durante las relaciones sexuales, además de las complicaciones ya conocidas derivadas de la misma menopausia y climaterio.
La atrofia urogenital (AUG) secundaria a la disminución de estrógenos provoca síntomas vulvovaginales y puede ser una causa de disfunción sexual. Los síntomas vulvovaginales más comunes son la dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales), la sequedad, el prurito (comezón) o la sensación de quemazón. También la lubricación deficiente que se asocia con la dispareunia, la vaginitis (inflamación de la vagina, por lo general por infección) pueden disminuir el deseo y la satisfacción sexual. La atrofia vaginal se puede convertir en un problema en las mujeres sexualmente activas por los síntomas que provoca y en las no activas por las infecciones urinarias que se asocian.
La AUG por la deficiencia de estrógenos también puede comprometer las vías urinarias inferiores y producir aumento en la frecuencia del deseo de orinar, dolor al orinar, ardor al orinar e infecciones urinarias o cistitis.
Es frecuente que los síntomas de AUG pasen inadvertidos debido a que los médicos, por diversas razones, no indagan acerca de la presencia de síntomas urinarios o vulvovaginales ni de los posibles trastornos vinculados con la actividad sexual en las mujeres posmenopáusicas. También es común que las pacientes no los mencionen por motivos culturales o religiosos, o porque es un tema que las avergüenza. Asimismo, es habitual que asocien la atrofia vaginal con el proceso de envejecimiento y la pérdida del atractivo sexual
Prevalencia de atrofia urogenital, disfunción sexual y trastornos de las vías urinarias inferiores
Algunos datos recientes indican que el 57% de las mujeres de 40 a 65 años sexualmente activas presentan AUG y que el 55 % manifiesta algún tipo de disfunción sexual. La encuesta que obtuvo esta información también reveló que la probabilidad de AUG en las mujeres con disfunción sexual era 4 veces mayor.
Otros estudios demostraron que el 27% al 55 % de las mujeres posmenopáusicas refieren sequedad vaginal, y que un 32% a 41% experimenta dolor durante la relación sexual. También son comunes los signos y síntomas urinarios, conocidos como cistitis o mal de orín o la incontinencia urinaria (esta última es más frecuente en las mayores de 60 años).
A pesar de la frecuencia de estos síntomas, se estima que solo el 20%-25% de las pacientes con esta condición buscan ayuda profesional
Causas de atrofia urogenital
Los receptores de estrógenos se localizan en la vulva, la vagina, la uretra y el cuello de la vejiga. Todos estos tejidos dependen del estímulo hormonal para mantener su estructura y funcionar correctamente.
Los estrógenos provocan un engrosamiento del epitelio (piel) vaginal y esto crea una capa de tejido turgente y sano. Este tejido permite que el área de superficie de la vagina se expanda durante el acto sexual. Asimismo, el epitelio vaginal engrosado actúa como una barrera física contra la infección junto con el moco cervical, las secreciones y la flora bacteriana.
La piel vaginal (mucosa vaginal) se renueva constantemente y dificulta la invasión por bacterias o microbios .
Los estrógenos también incrementan el contenido de glucógeno en la mucosa vaginal. Los lactobacilos que proliferan cerca del epitelio convierten al glucógeno en ácido láctico y esto hace que el pH se mantenga en valores de 3.8-4.2 (esos valores en la escala de Ph, es muy ácido), lo que dificulta el crecimiento bacteriano.
La atrofia vaginal suele ser progresiva y habitualmente comienza en forma temprana en el período de tiempo en que se instala la menopausia. La incidencia de los síntomas relacionados con la atrofia vaginal se relaciona con los niveles en sangre de los estrógenos; la sequedad vaginal es más frecuente en las mujeres con niveles < 50 pg/ml.
La deficiencia hormonal afecta la función de la vagina y las respuestas fisiológicas a la estimulación sexual, como la relajación muscular, la vasodilatación y la lubricación. También se reduce el espesor del epitelio (piel vaginal) y se pierden las rugosidades vaginales. La vagina se acorta en profundidad y sus paredes se vuelven más delgadas y menos elásticas. La sequedad vaginal aparece como consecuencia de la involución (atrofia) de los vasos sanguíneos y linfáticos que nutren y drenan la vagina. Todos estos cambios hacen que las mujeres eviten las relaciones sexuales por temor o por el dolor que les producen.
Los estrógenos en concentraciones normales mantienen la vagina en un pH ácido, lo que tiende a impedir el crecimiento bacteriano, pero debido a la deficiencia hormonal que tiene lugar en las mujeres posmenopáusicas, la conversión de glucógeno en glucosa disminuye, también la producción de ácido láctico. Estos cambios hacen que el pH aumente y sea más probable la colonización de la vagina por la flora fecal (bacterias de la flora intestinal normal) y otros gérmenes, con un incremento en el riesgo de adquirir infecciones urinarias. También aumentan las secreciones vaginales.
El tabaquismo agrava la atrofia vaginal debido a que reduce los niveles de estrógenos y el flujo sanguíneo.
La terapia con dosis bajas de estrógenos por vía vaginal (TDBEV) resulta particularmente útil en aquellas pacientes que solo presentan síntomas vulvovaginales, aunque también se puede indicar en las que no experimentan un completo alivio de los síntomas con el tratamiento con estrógenos sistémicos (tomados, inyectados o untados) . El tratamiento intravaginal local (óvulos o cremas) logra revertir los signos de la atrofia con una dosis baja de hormonas. En general es bien tolerado y reduce el dolor durante el coito y la sequedad vaginal. Asimismo, restaura el pH local, normaliza la citología vaginal(estado de las células vaginales y su piel) y evita las Infecciones urinarias repetidas . Una de las principales ventajas de esta terapia es que ejerce un efecto directo sobre la vagina, lo que disminuye la cantidad de estrógenos necesario para el tratamiento a diferencia a los estrógenos orales (en tabletas o grageas) y el riesgo de efectos adversos. Estas hormonas se absorben a través de la mucosa vagina en muy bajas cantidades l; la clave de la seguridad de esta terapéutica se basa en administrar dosis bajas de estrógenos para lograr una selectividad local.
Seguimiento de las pacientes en tratamiento
Alrededor del 80%-90% de las pacientes que realizan la TDBEV refieren el alivio de los síntomas, que tiene lugar a las pocas semanas del inicio de la terapéutica (aunque en algunos casos se requieren entre 4 y 6 semanas para experimentar mejorías). Hasta el momento, no se estableció un límite en la duración del tratamiento.